lunes, 12 de mayo de 2014

Apenas recordaba el brillo de sus ojos, el blanco de sus dientes que la deslumbraba al sonreír.
Ya no recordaba el sonido de su voz, ni el calor de sus abrazos.
Hacia tanto que no sabia de él, que casi ni recordaba su nombre.
Su dirección yacía borrosa en la memoria, el tacto suave y liso de su pelo era un recuerdo ya muy lejano.
Se habían Convertido en un par de extraños.
Lo único que le dejó fueron un par de recuerdos de aquellas tardes vagabundeando por la ciudad, una fotografía mal enfocada y el sabor amargo de la despedida.
Fulminantes, así fueron las ultimas palabras. La atravesaron el corazón como si se tratara de puñales bien afilados.

Ahora recorre sola esas calles. En la esquina donde se besaron por primera vez había un gato negro aseándose, un trozo de papel arrugado y sus iniciales talladas con las llaves en el tercer ladrillo de la décima fila empezando por abajo.
Su almohada seguía oliendo a él, o eso creía, porque ni siquiera se acordaba de su olor.

Él tenía razón, iba a desaparecer y desapareció. Sin dejar rastro alguno, solo recuerdos borrosos.

domingo, 11 de mayo de 2014


Cuantas noches de insomnio hicieron falta para saber que no debía continuar por ese camino.
Cuantas lágrimas tuvieron que empapar la almohada para que se diera cuenta de que no estaba bien.
Una y otra vez lo mismo, puñalada en el pecho, sobrecarga en el cerebro...
Parece que le gusta estar así parece como si no se quisiera poner bien. Como si no quisiera salir del hoyo.
Pero todo lo contrario, es consciente de sus problemas, anhela hallar la solución, solo le frena una cosa: "El amor"

martes, 22 de abril de 2014

Envuelta entre sábanas y edredones, protegida por un centenar de cojines. Ahí estaba ella, fumando el último cigarro de la cajetilla, mirando por la ventana, dejando que la suave brisa le revolviera el pelo y dejando que el sol bañara su piel con su calor.
Estaba muy a gusto. Eran los cinco minutos de paz que podía permitirse a lo largo de la semana.
Esos cinco minutos eran los únicos que tenía para desconectar, para estar con ella misma, conocerse y pensar en sus cosas.
El resto de horas que componen las semanas las dedicaba a los demás. Hacía suyos los problemas ajenos y se convertía en "Superwoman", creyendo que podría solucionarlos y hacer felices a todos. Así le sucedió.
Tanto dar de sí, tanto pensar en los demás y su bienestar, hizo que se descuidara de sus propios problemas y sentimientos. Tanto pensar y estar pendiente de los que la rodean hizo que dejara de conocerse.
Sabía su nombre porque estaba escrito en su DNI, sabia que era miembro del club del restaurante de enfrente de su casa gracias a la tarjeta de socio que guardaba con las demás tarjetas de crédito y el carnet de la biblioteca de su barrio.
Lo poco que sabe de ella, se encontraba oculto en su cartera.
Pero la billetera no alberga sentimientos, en el bolsillo de las monedas no se encuentran los problemas de su día a día.
Poco a poco dejo todo eso de lado, se dejo de lado a sí misma, para ayudar a los demás en todo lo posible.
Y sí, así la sucedió. Mientras ayudaba y curaba a sus mas allegados, no se daba cuenta de que ella iba destrozándose y muriendo en su interior.


Lo sabía todo de todos, pero de ella no sabía de la misa la mitad.

lunes, 24 de marzo de 2014

Monólogo interior.


Te sientas frente al ordenador. Silencio, nada más.
En tu cabeza retumba aquel examen suspenso, aquella bronca con tu familia.
De todo ese caos consigues sacar algo en claro, consigues sacar una imagen cual calcetín atrapado en una gran bola de ropa mojada.
Esa es sin duda la imagen y la sensación que más te duele.
FRACASO. En todo aquello que intentas hacer. Quisiste hacer feliz a la persona que lo era todo para ti, pero fracasaste. Quisiste dejarle huella, y posiblemente lo consiguieras, solamente que tu nunca lo sabrás.
“Es de pocas palabras” decías, pero… ¡¿Qué diantres?! Eso tampoco es excusa.
Tanto tiempo viviendo en la incertidumbre de sus sentimientos, mal entendidos en cada palabra que tu interpretabas de un modo que según él era diferente. Nunca pareció que se alegrara de tus éxitos, no te hizo saber lo especial que eras, no lo suficiente para creértelo de una vez por todas.
Una más, y quizás, una de las peores. Así te ves, ¿verdad?.
Tan joven, con tantas cosas por vivir y experimentar… Mírate, encerrada en tu cuarto, tumbada bajo cientos de mantas, esquivando la luz del sol.
“Nada sale bien, todo se tuerce y la peor parada soy yo” te repites una y otra y otra y otra vez en la cabeza. No sientes que tus esfuerzos, sacrificios e intenciones hayan sido lo suficientemente valoradas, te sientes así, digamos lo claramente: COMO UNA MIERDA.
Seamos francos, esto es así. Te sientes sola, aunque haya mucha gente a tu alrededor. En casa, tu habitación y las series son ahora tu apoyo, tu manera de evasión momentánea. La música ahoga esos gritos y esos insultos que se repiten día tras día y que tan hondo calan.
Tan cansada de siempre lo mismo, tan confusa con todo, tan indecisa… Eres como una olla express, una centrifugadora. Eres todo caos.
Iba a concluir dándote animo y positivismo, pero ni siquiera yo encuentro las fuerzas para hacerlo, amiga mía.
Estamos hundidas sí, pero como dice aquella canción que tanto te gusta: “Recuerda que si caímos en picado fue porque una vez fuimos nubes con la mente”
Dicho esto solo puedo pedirte una sola cosa, gastare las pocas fuerzas que me quedan para pedirte que vuelvas a ser una nube pero no solo con la mente.                                   

                                                                                            Fdo:Tu "yo" interior.   

domingo, 2 de junio de 2013

Y dime, ¿qué te queda?


Que insoportable es vivir en un mar de dudas.
Tan insoportable como vivir en la eterna incertidumbre.
Tanto es así que buscamos absurdos métodos para tranquilizarnos. Como aquel que consiste en deshojar una margarita mientras repetimos "Me quiere, no me quiere".
Que miedo nos dan las respuestas a ciertas preguntas. Preguntas que caen en el olvido cuando nos encargamos de responderlas nosotros mismos.
Mentiras y más mentiras.

Que tristeza vivir dudando de la palabra de la gente, incluso de aquellos en los que más te apoyabas.
Que terrible cuando llegamos a ese nivel en el que nos inventamos historias que nos hacen llorar, teorías sin fundamento que nos sacamos de la chistera, sin datos ni pruebas, en las cuales creemos firmemente y se nos clavan tan adentro.

Que triste es echar de menos algo que se supone que tienes, que esta ahí pero que sin embargo no hace notar, no se siente cerca.
Que triste que todo ocurriera tan de repente, sin razón ni motivos aparentes.
Que mal esta ignorarlo y peor aún, huir de ello.
Que horror llegar a sentirte, a veces, como un juguete.
Que mal se vive así, o que bien si sabes como engañarte.

¿A quién creer? ¿A aquellos de los que dudas, o a ti, que te pasas el día mintiendo y creando
historias de ficción. Historias y mentiras que dicen lo que quieres oír y lo que quieres creer.
Si ya no puedes ni fiarte de ti mismo... ¿Qué te queda?

Que sentimiento tan devastador es el de la soledad, más aún cuando vives rodeado de tanta gente.
Que injusto es "tenerlo" todo y sin embargo que no te llene el vacío de dentro.
Que triste sentirte el último de la lista, poco valorado.
Que pena no poder ponerle remedio porque la mayoría de las cosas no dependen de ti.

Que triste es resignarse... ¿Resignarse? Quizás sea esperanza, esperanza depositada en aquellos que pueden ponerle solución.




lunes, 13 de mayo de 2013

Blind and cold world


Diez y media de la mañana, el sol ya penetra entre las persianas.
Es hora de levantarse, aunque ella todavía tiene mucho sueño.
Como si fuera una invidente recorre el pasillo que la conduce al baño.
Se mira en el espejo pero no se puede reconocer, las legañas no la dejan abrir los ojos.
Jabón, agua fresca. Se lava la cara y se la seca con esa toalla roja, áspera que tanto odia.
¿Qué?, ¿cómo?
Su cara no está. La imagen que refleja el espejo se ve difuminada, poco clara.
Parpadea rápidamente, se frota los ojos. Hace de todo para recuperar la vista. Nada.
Sigue sin verse el rostro.
Nerviosa y asustada recorre la casa. No sabe bien porque lo hace, no hay nadie para ayudarla.
Decide salir de casa y poner rumbo al centro de salud más cercano. Como puede, va esquivando las manchas que se cruzan en su camino, que parecen ir a arrollarla.
Se pierde, no es capaz de llegar a su destino. <<Párate, respira y piensa un poco>>
Cada vez está más nerviosa y asustada. ¿Por qué le pasa esto? No encuentra respuestas.
Minutos mas tarde siente un impulso en su corazón que le hace estremecerse de dolor. Ha encontrado la respuesta, o eso cree.
Cada vez esta más tranquila y va recuperando la vista. Cuando consigue ver con más claridad, se da cuenta de que la gente no tiene rostro y camina con un profundo hoyo en el pecho.
Caminan sin ojos, no necesitan la boca pues no hay necesidad de decir nada. ¿Oídos? No hay nada que escuchar ya.
Doce y media de la mañana, de un día como hoy. Hemos descubierto al mundo. Un mundo hueco, en el que  no interesan los sentimientos, en el que no se demuestran.
Gente hueca, vacía por dentro. Ya no les queda nada. Viven por y para ellos mismos, <> piensan.
Así están las cosas. Cada vez más independientes, cada más fríos. 
Hoy le ha tocado a ella descubrir que todo en lo que creía, que toda esperanza puesta, no servia para nada.
No te sientas sola, compañera. Nadie dio ni dará un duro por ti, y tu no debes hacerlo por ellos.
No te sientas mal. El mundo hueco al que perteneces te hará a su imagen y semejanza, déjate llevar. Déjate vaciar las entrañas y sacar los ojos. Déjate taponar los oídos y sellar la boca.
Será entonces cuando empieces a vivir como un verdadero humano.





viernes, 3 de mayo de 2013

En el silencio ahogo gritos de auxilio que se me clavan como puñales en el pecho.
Me obstruyen los pulmones, me desgarran los intestinos.
Sonrío, siempre con la cabeza alta. Imagen de normalidad para ocultar el calvario interno.
Cuantas veces quise ser piedra para no sentir.
Cuantas veces quise ser tú, o tú, o quizás ellos.
Cuantas veces odie ser yo.
Cuantas veces odie mis tonterías pasajeras, que al final se quedaban mas de lo previsto.
No os preocupéis, hay ratos en los que soy feliz.
Cuanta veces desee ser suficiente, y cuantas otras que lo fuerais para mi.
Cuantas veces quise comerme el mundo, y cuantas otras me comió a mi.
Cuantas sonrisas regale, y cuantas lágrimas oculté.
Cuantas veces quise ser fuerte, y cuantas otras me deje vencer.
Cuantísimas veces me cansé de esperaros, cuantas veces me deje la voz pidiéndoos ayuda,
atención, cariño...
Cuantas veces me pareció insuficiente.
Lo siento. Siento pedir tanto. Es difícil y cada uno lleva su propios problemas a cuestas.
No os culpo de nada, me culpo a mi. Por las altas expectativas, por la excesiva exigencia.
No. Os quiero. Me odio.
Quizás resida hay el verdadero problema. Quizás debería tenerme más en cuenta.
Cuantas veces he creído oír la llamas de auxilio de los que me rodean, cuantas veces
les he ayudado, sin darme cuenta de que era yo la que gritaba, la que me pedía ayuda.
Cuantas veces me entregue a los demás, ignorándome por completo.
Cuantas veces dependía de ellos, mientras por dentro me pudría sin hacerme caso.