lunes, 13 de mayo de 2013

Blind and cold world


Diez y media de la mañana, el sol ya penetra entre las persianas.
Es hora de levantarse, aunque ella todavía tiene mucho sueño.
Como si fuera una invidente recorre el pasillo que la conduce al baño.
Se mira en el espejo pero no se puede reconocer, las legañas no la dejan abrir los ojos.
Jabón, agua fresca. Se lava la cara y se la seca con esa toalla roja, áspera que tanto odia.
¿Qué?, ¿cómo?
Su cara no está. La imagen que refleja el espejo se ve difuminada, poco clara.
Parpadea rápidamente, se frota los ojos. Hace de todo para recuperar la vista. Nada.
Sigue sin verse el rostro.
Nerviosa y asustada recorre la casa. No sabe bien porque lo hace, no hay nadie para ayudarla.
Decide salir de casa y poner rumbo al centro de salud más cercano. Como puede, va esquivando las manchas que se cruzan en su camino, que parecen ir a arrollarla.
Se pierde, no es capaz de llegar a su destino. <<Párate, respira y piensa un poco>>
Cada vez está más nerviosa y asustada. ¿Por qué le pasa esto? No encuentra respuestas.
Minutos mas tarde siente un impulso en su corazón que le hace estremecerse de dolor. Ha encontrado la respuesta, o eso cree.
Cada vez esta más tranquila y va recuperando la vista. Cuando consigue ver con más claridad, se da cuenta de que la gente no tiene rostro y camina con un profundo hoyo en el pecho.
Caminan sin ojos, no necesitan la boca pues no hay necesidad de decir nada. ¿Oídos? No hay nada que escuchar ya.
Doce y media de la mañana, de un día como hoy. Hemos descubierto al mundo. Un mundo hueco, en el que  no interesan los sentimientos, en el que no se demuestran.
Gente hueca, vacía por dentro. Ya no les queda nada. Viven por y para ellos mismos, <> piensan.
Así están las cosas. Cada vez más independientes, cada más fríos. 
Hoy le ha tocado a ella descubrir que todo en lo que creía, que toda esperanza puesta, no servia para nada.
No te sientas sola, compañera. Nadie dio ni dará un duro por ti, y tu no debes hacerlo por ellos.
No te sientas mal. El mundo hueco al que perteneces te hará a su imagen y semejanza, déjate llevar. Déjate vaciar las entrañas y sacar los ojos. Déjate taponar los oídos y sellar la boca.
Será entonces cuando empieces a vivir como un verdadero humano.





viernes, 3 de mayo de 2013

En el silencio ahogo gritos de auxilio que se me clavan como puñales en el pecho.
Me obstruyen los pulmones, me desgarran los intestinos.
Sonrío, siempre con la cabeza alta. Imagen de normalidad para ocultar el calvario interno.
Cuantas veces quise ser piedra para no sentir.
Cuantas veces quise ser tú, o tú, o quizás ellos.
Cuantas veces odie ser yo.
Cuantas veces odie mis tonterías pasajeras, que al final se quedaban mas de lo previsto.
No os preocupéis, hay ratos en los que soy feliz.
Cuanta veces desee ser suficiente, y cuantas otras que lo fuerais para mi.
Cuantas veces quise comerme el mundo, y cuantas otras me comió a mi.
Cuantas sonrisas regale, y cuantas lágrimas oculté.
Cuantas veces quise ser fuerte, y cuantas otras me deje vencer.
Cuantísimas veces me cansé de esperaros, cuantas veces me deje la voz pidiéndoos ayuda,
atención, cariño...
Cuantas veces me pareció insuficiente.
Lo siento. Siento pedir tanto. Es difícil y cada uno lleva su propios problemas a cuestas.
No os culpo de nada, me culpo a mi. Por las altas expectativas, por la excesiva exigencia.
No. Os quiero. Me odio.
Quizás resida hay el verdadero problema. Quizás debería tenerme más en cuenta.
Cuantas veces he creído oír la llamas de auxilio de los que me rodean, cuantas veces
les he ayudado, sin darme cuenta de que era yo la que gritaba, la que me pedía ayuda.
Cuantas veces me entregue a los demás, ignorándome por completo.
Cuantas veces dependía de ellos, mientras por dentro me pudría sin hacerme caso.