domingo, 2 de junio de 2013

Y dime, ¿qué te queda?


Que insoportable es vivir en un mar de dudas.
Tan insoportable como vivir en la eterna incertidumbre.
Tanto es así que buscamos absurdos métodos para tranquilizarnos. Como aquel que consiste en deshojar una margarita mientras repetimos "Me quiere, no me quiere".
Que miedo nos dan las respuestas a ciertas preguntas. Preguntas que caen en el olvido cuando nos encargamos de responderlas nosotros mismos.
Mentiras y más mentiras.

Que tristeza vivir dudando de la palabra de la gente, incluso de aquellos en los que más te apoyabas.
Que terrible cuando llegamos a ese nivel en el que nos inventamos historias que nos hacen llorar, teorías sin fundamento que nos sacamos de la chistera, sin datos ni pruebas, en las cuales creemos firmemente y se nos clavan tan adentro.

Que triste es echar de menos algo que se supone que tienes, que esta ahí pero que sin embargo no hace notar, no se siente cerca.
Que triste que todo ocurriera tan de repente, sin razón ni motivos aparentes.
Que mal esta ignorarlo y peor aún, huir de ello.
Que horror llegar a sentirte, a veces, como un juguete.
Que mal se vive así, o que bien si sabes como engañarte.

¿A quién creer? ¿A aquellos de los que dudas, o a ti, que te pasas el día mintiendo y creando
historias de ficción. Historias y mentiras que dicen lo que quieres oír y lo que quieres creer.
Si ya no puedes ni fiarte de ti mismo... ¿Qué te queda?

Que sentimiento tan devastador es el de la soledad, más aún cuando vives rodeado de tanta gente.
Que injusto es "tenerlo" todo y sin embargo que no te llene el vacío de dentro.
Que triste sentirte el último de la lista, poco valorado.
Que pena no poder ponerle remedio porque la mayoría de las cosas no dependen de ti.

Que triste es resignarse... ¿Resignarse? Quizás sea esperanza, esperanza depositada en aquellos que pueden ponerle solución.




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