jueves, 3 de noviembre de 2011

Un "te amo" se queda corto.


Aún me sorprende la facilidad con la que acelera mi corazón cuando recibo sus llamadas, mensajes…

La facilidad que tiene de sacarme la mayor de las sonrisas son simples y pequeños gestos.

La alegría que me da el saber que no se olvida de mí, que permanezco en su mente.

Las ganas locas de volverle a ver para poder abrazarle, besarle, contarle que tal me ha ido.

Para mirarle a los ojos y decirle con ellos, lo que mi boca no se atreve a pronunciar.

Mirarle…Me encanta mirarle fijamente en silencio.

Observar cada movimiento, cada gesto, cada instante es importante.

Fijarme en su sonrisa. No hay nada más bonito en el mundo que su sonrisa. Blanca, perfecta, dulce… Feliz.

Escuchar su voz serena y agradable, que muchas veces regala a mis oídos ese “te amo” que me hace sonrojar.

¿Y sabes qué?, yo también le amo. No suelo decírselo a menudo, por miedo o por simple vergüenza.

Con sus virtudes y defectos, con sus fallos y sus aciertos, le quiero. Le quiero más que a nada en este mundo. De una forma inimaginable.

Gracias. Gracias por el simple hecho de quererme.

Gracias por ser como eres, por hacerme flotar en nubes de algodón, por hacerme olvidar todo lo malo que me acecha, por la diversión y las risas, por aconsejarme lo que está bien y lo que está mal, por protegerme…

Por todo esto que me has dado, que me das y me darás, gracias.


Y recuerda que esto es amor, amor del de verdad, y que es para siempre*

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